En algún momento seguro que todos hemos hecho el árbol genealógico de nuestra familia. Aparecen nuestros hermanos, nuestros padres, tíos, primos, abuelos, y de ahí en adelante ya tenemos que preguntar porque posiblemente no sepamos mucha información. Información, un árbol genealógico nos da información. Nos dice los nombres, edades, el orden en el que nacieron, si es mi abuelo o el abuelo de mis primos etc. Pero lo que no nos suele contar el árbol genealógico es la historia emocional, social, profesional, las conductas o pautas que hay en nuestra familia. No nos cuenta más allá de quien nació antes que quien.
Para ello existe el sociogenograma, que básicamente es una herramienta que representa gráficamente la información (emocional, social etc.) de una familia, y es por medio de símbolos que podemos recoger, registrar, relacionar esta información y su evolución. Para que nos hagamos una idea más sencilla, es como el historial medico de un paciente. El medico nos pregunta si tenemos antecedentes, si tenemos familiares que padecen de esto o de lo otro y el lo apunta para poder hacerse una idea y estudiarnos.
En una entrada publicada hace unos días, hacia referencia a que es muy importante que no tengamos miedo a preguntar a los padres sobre su situación personal porque de esa manera podríamos ayudar al alumno que está teniendo dificultades en clase. Hacer un sociogenograma es eso, pero llevado a una aplicación. Como profesor lo veo muy importante a la hora de conocer a sus alumnos porque de esta manera sabremos que le pasa, comprenderemos mejor por qué actúa así, por qué se relaciona de una manera y no de otra; tenemos que conocer al alumno en relación con toda su familia.
El sociogenograma nos permite ver la estructura familiar, de cómo son las pautas que se repiten para interpretar y dar sentido a las conductas y como se transmiten incluso si no hay un contacto estrecho con un familiar. También nos ayuda a entender que ciertos factores que pasamos por alto dentro de la familia pueden afectar al comportamiento del alumno, puede haber un determinante que se ha ido repitiendo y ha ido formando un patrón con lo que sería muy interesante estudiarlo.
Es por todo esto que cuando entramos a clase ya seleccionamos a los alumnos y los vamos metiendo en cajoneras con el nombre de “los malotes”, “los empollones”, “los que dan guerra”, “los que pasan del tema” etc. Y no debe ser así, tenemos que aprovechar las herramientas que conocemos para organizar toda la información y sacar ideas claras para enriquecer a la clase, para ayudarles. La vida nos va dando experiencias y nos da pistas de como la gente puede actuar en determinadas situaciones y es así como entenderemos el comportamiento y las reacciones de cada uno.
Este es un ejemplo de mi propio sociogenograma quitando algunos datos que no son relevantes:

Con esta actividad saqué
mis propias conclusiones.
Es evidente que mi
familia es muy grande y que como tengo muchos tíos por ambos lados, los primos también
somos muchos. En mi caso, soy de las pequeñas por lo que mis primos más mayores
y mis hermanos más mayores ya tienen hijos. Al ver esto se puede comprobar que
en mi familia abunda el sexo masculino. Hay más primos que primas y los
sobrinos que han nacido o están a punto de nacer también son chicos. Es por
esto que quizá en las relaciones de afecto el sexo y la edad es lo que hace que
estemos más vinculadas las chicas entre nosotras y no tanto con los chicos, de
igual manera pasa con mis sobrinos, al ser mujer tenemos ese afecto y ese
sentimiento hacia ellos.
Como he dicho, este es
un ejemplo muy básico, pero si se hace bien y se estudia con todos los datos,
podemos sacar conclusiones muy interesantes de nuestros alumnos.
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